Revista Digital

El lucimiento de la madre

Florian Zeller, el dramaturgo francés del momento, de quien ya vimos en Barcelona a principios de temporada El padre, protagonizada por Hector Alterio, estrena ahora en La Villarroel La mare, a quien da vida Emma Vilarasau bajo la dirección de Andrés Lima, y que seguirá en cartel hasta el 17 de abril.

La obra presenta los conflictos de una madre destrozada por el síndrome del nido vacío a través de mecanismos dramatúrgicos de fragmentación y repetición temporales, para llevar al espectador a las diversas posibilidades de las situaciones de una mujer que bandea entre la histeria y la depresión. Al final, la realidad de la historia resulta ser lo de menos, porque el peso de la pieza recae en el papel protagonista, interpretado en este montaje por una de las mejores actrices de la escena catalana, Emma Vilarasau, que despliega sus dotes interpretativas para dar vida a un personaje que en ocasiones puede recordar a una de las atormentadas figuras femeninas del teatro de Tennessee Williams y otras a una verdadera Agripina.

Los personajes a su alrededor –el marido, el hijo, la novia de éste, su hija,…− actúan de mero contrapunto para dar las réplicas en algunas escenas, ya que toda la atención dramática recae en la madre, pues es desde su sentir que conocemos la historia. El reparto lo completan Pep Pla, que, tras diez años alejado de los escenarios como actor, que no como director, interpreta el papel del marido asqueado; Òscar Castellví como el hijo que, al irse de casa para vivir con la novia, parece que ha causado un terremoto insospechado en su madre; y Ester Cort, que interpreta al resto de mujeres de la pieza.

Aunque el texto, a partir de cierto momento, va perdiendo interés, puesto que la acción no aporta nueva información a la situación de la protagonista, sino que va hundiéndose cada vez más en su estado mental, la puesta en escena, la dirección de Andrés Lima  y su saber hacer escénico, logran que la obra se mantenga. A ello contribuyen también otros códigos, como el diseño de iluminación de David Bofarull y el espacio sonoro de Àlex Polls, además de las apuestas de dirección de Lima que conduce la obra para que el público sienta la misma opresión que la protagonista. Sin duda, también la labor de Vilarasau, que se luce en el papel, permite que el espectador pueda gozar de más de hora y medio de una excelente interpretación, como suele ser habitual en ella.

La mare es, pues, una buena oportunidad para ver en escena el trabajo de dos grandes artistas del panorama teatral nacional, como son Andrés Lima y Emma Vilarasau, y para conocer a esta nueva y reconocida voz de la dramaturgia francesa que va haciéndose un hueco en nuestras carteleras teatrales.

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