“La poesía ha sido muy importante en mi vida”, afirmaba Hannah Arendt en una entrevista. Sin embargo, no son muchos los que saben que la pensadora alemana, además de filósofa, también fue poeta. Ahora, la editorial Herder recoge en un volumen sus Poemas, traducidos al castellano por Alberto Ciria. La edición incluye toda su obra poética: su primera etapa, más juvenil, de 1923 a 1926, y su segunda etapa, de 1942 a 1961, ya en el exilio americano debido a su origen judío. Los poemas, además, van acompañados de un estudio de Irmela von der Lühe, especialista en literatura alemana de la Freie Universität Berlin, que complementa perfectamente la lectura poética; varias notas para la mejor comprensión de los versos arendtianos; y dos interesantes apartados en los que se recogen bien las ediciones donde se han publicado poemas de la autora hasta el momento, bien la historia de la transmisión y edición de los poemas sueltos, donde se añaden versiones anteriores (o posteriores, según los criterios de edición en cada caso) y otras variantes de los versos publicados en el volumen de Herder. Este trabajo filológico ha sido elaborado por Anne Bertheau, doctora por la Université Paris IV – Sorbonne con una tesis acerca de Arendt y la poesía.
En la primera etapa poética de Hannah Arendt, que se caracteriza por un tono más ingenuo en ocasiones, encontramos veintiún poemas que escribió entre los diecisiete y los veinte años. Tras un parón de dieciséis años −que coinciden con el auge del fascismo en Europa y la segunda guerra mundial, con todo lo que comportó para Arendt y para millones de judíos− y ya exiliada en Estados Unidos, donde se instaló en 1941, retoma la poesía y escribirá una cincuentena de poemas más en los casi veinte años siguientes. Estos poemas resultan mucho más completos y complejos, y giran en torno al dolor por aquello que se ha perdido, ya sea un amigo, un amor, una patria… Un dolor al que la autora intenta mantener a raya evadiéndose de él, pero que siempre persiste porque viene dado por un sentimiento mayor.
Los setentaiún poemas que componen la obra de Arendt y que se recogen en este volumen pueden leerse perfectamente a la luz de sus estudios filosóficos, o pueden leerse también aunque se desconozca la obra ensayística de la pensadora. Sea como fuere, pueden ser todo un descubrimiento o un complemento de interés para los que ya conozcan sus ideas.