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‘Una infancia. Biografía de un lugar’, panegírico de un modo de vida

Harry Crews realiza un retrato emotivo e implacable, duro y hermoso, de su infancia en el corazón de la América más rural. Un relato magnífico sobre un modo de vida extinguido y olvidado.

PORTADA FINAL UNA INFANCIAPor lo visto el caso de Harry Crews era uno más de tantos en el “peculiar” mundo editorial de este país; un autor reverenciado en todas partes y recomendado hasta la saciedad por quienes, de verdad, entienden de esto, que no había sido publicado todavía en España. Por suerte ahí estaban Acuarela Libros y Antonio Machado para subsanar este despropósito. Si no me equivoco, Una infancia. Biografía de un lugar es el tercer libro del autor que publican con felices resultados.

Como indica el acertado título, más que una (auto) biografía, esta novela es la geografía íntima de un lugar, la percepción arañando y atravesando el recuerdo de la importancia de las raíces en lo que seremos en el futuro. Eso sí, alejándose totalmente de soflamas patrióticas y de la cursilería típica de este tipo de novelas sobre la infancia en entornos rurales o bucólicos aunque difíciles. De hecho en Una infancia. Biografía de un lugar Crews realiza un emotivo e implacable panegírico sobre un modo de vida ya extinguido e intencionadamente olvidado de una hermosa dureza. Dicho lugar es el condado de Bacon, en Georgia, y su universo entronca directamente tanto con las novelas celebérrimas de Mark Twain como con películas recientes como Mud o Joe, pero con una pátina mucho más realista y sucia. Más auténtica, en definitiva.

Porque Harry Crews recoge en su prosa lo mejor de la literatura americana (Hemingway, Carver, Cormac McCarthy, Vonnegut) siempre desde su personal y propia voz. Algo que se demuestra en esa manera de narrar lo horrible o lo violento (el episodio de los pájaros, la descripción pormenorizada de la matanza del cerdo con niños participando) con un aparente estoicismo o distanciamiento emocional que deviene en puro lirismo. Una forma de escribir, de contar, que al leer el libro adivinamos que tiene mucho que ver con el mundo de su infancia. Un universo reducido y condicionado por la miseria y la supervivencia en un medio hostil en el que las cosas, hasta las más crueles, son aceptadas como vienen porque no existe otra opción. Un pragmatismo radical impregnado en las letras del autor por hombres que “no eran violentos pero sus vidas estaban llenas de violencia”.

Una infancia. Biografía de un lugar es una obra magnífica cuyo único pero es que se termine dejándote con esa sensación de querer, de necesitar, seguir leyendo más sobre ese lugar que se mece entre lo mítico y lo mundano. Y también de esas gentes, esos “paletos” de la América profunda que parecen atesorar toda la deliciosamente salvaje sabiduría y poesía del mundo. Un libro que resulta tremendamente real por lo fantasmagórico, enormemente hermoso por lo áspero. Leer a Harry Crews es una celebrada obligación.

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